El café

Hemos esperado a la hora del café para hablaros sobre este tema. En este último mes Cristina se ha aficionado al café.

Después de años y años sin tomarlo finalmente me he decidido a probar a ver qué tal. Mi principal reticencia era su sabor amargo pero estas pasadas navidades, presionada por los exámenes de quinto de carrera, me decidí a darle una oportunidad al café para afrontar los días y noches de estudio.

Pero me parecía demasiado hardcore empezar con el café-café de cafetera (avisada por mis amigas y mi familia de que no iba a soportar el amargor). Así que decidí buscar una alternativa. Me recomendaron que empezara con algo más suave, que  fuese café pero que no supiera tan amargo (siempre he preferido las cosas dulces o suaves antes que las más fuertes). Me hablaron del café con chocolate y pensé que sería una buena idea ya que el chocolate es una de mis grandes debilidades y cualquier cosa con chocolate siempre sabe mejor (je je) así que compré el Café Vienés de Nescafé.

Es un café soluble. Pone que hay que diluirlo en agua, pero por hacerlo más dulce preferí calentar un vaso de leche y echarle un par de cucharadas de la mezcla. Han pasado ya dos meses desde que lo probé y cada vez soy más aficionada. Está muy bueno y no está tan amargo, aunque sí que huele y sabe a café. Creo que es un buen primer paso para aquellos que quieran probar el café. Además... este en concreto ¡no tiene gluten! Ayer intenté convencer a Ana V a que lo probara, pero ella al igual que yo hace unos años, aún tiene sus prejuicios con respecto al sabor amargo del café. ¡Quizás poco a poco la convenza para que lo pruebe!

Yo ya soy aficionada. Y espero ir descubriendo este mundo del café más a fondo. Eso sí, ¡con moderación! porque sí que es verdad que tomar demasiado café envejece la piel y amarillea los dientes. Pero bueno, es lo que se dice siempre: abusar de algo (sea lo que sea) siempre es perjudicial. Pasad una buena tarde y ¡disfrutad de la hora del café!